El mito del «+=»
I. El concepto del «+=»
Se habla mucho del «+=» en los libros de
aperturas. Las blancas desean conseguirlo, y las negras tratan de evitarlo. El
«+=» quiere decir tradicionalmente que las blancas gozan de una ligera ventaja.
Ésta puede indicar que las blancas tienen una ventaja de espacio, una ventaja
estratégica, una posición más activa, una estructura de peones más sana, piezas
más activas, posibilidades de apretar en una posición cerrada o semicerrada,
etc. Lo que sea. Pero para que esta ventaja conlleva más posibilidades de ganar
la partida que las negras, esto es imposible.
Quizás a algunos que lean esto les suene raro.
Pero es así. Según la teoría de las estadísticas, el juego del ajedrez como tal
es tablas, es decir, 0,00, o sea, «=». Desde el primer momento, i.e. la primera
jugada, el juego es teóricamente tablas. En un duelo entre entidades
perfectas--que por cierto no existen, pero estamos hablando de forma
hipotética—los dos contrincantes jugarían perfectamente, no cometerían errores
y 100% de las partidas terminarían en tablas.
II. La teoría de las aperturas y la teoría de las
estadísticas
Si se analiza una variante, por larguísima que
sea, según las teorías de las estadísticas, la variante terminaría en tablas, o
sea, con una evaluación de 0,00. Que tarda más de cien jugadas para que esto
pase, da igual. Con un juego perfecto, tablas será—0,00 será. De cierto modo,
es más fácil construir un repertorio para las negras, puesto que no se tiene
que lograr ventaja, sino igualar la partida. Así se tiene éxito con las piezas
negras, al menos en términos de la apertura, según los estándares de la
cotidianidad.
Por el contrario, si se habla de las blancas, la
única manera de conseguir una ventaja en la apertura, según la teoría
contemporánea del ajedrez, es gozar de una (ligera) ventaja, o sea, conseguir
el deseadísimo «+=». Pero ya habíamos establecido que eso no es posible si
ambos bandos juegan perfectamente—la partida terminaría en tablas 100% del
tiempo. Con el inicio del hábito de analizar la apertura con máquinas
hiperpotentes, como el Stockfish, el Komodo y el flamante
ultrapotente Leela Chess Zero, éstas dejan en evidencia el hecho de que
el mismo juego del ajedrez es tablas.
III. El «+=» en la práctica
Entonces, ¿qué significa «+=» hoy en día? A mí por
lo menos eso me quiere decir que no se ha descubierto las líneas que
neutralicen las variantes que conduzcan a ese «+=». Por eso suelen ser más
cortas las líneas que conducen al «+=». Hablando teóricamente, si se extienden
tales líneas hasta la infinidad, terminarían todas en 0,00, o sea, «=».
Al mismo tiempo, hay otra manera de intentar
conseguir un «+=» que sería más práctico que teórico. Eso implica que aunque
las negras consiguiesen una posición totalmente igualada teóricamente, a las
blancas les resultaría más fácil jugarla. Hay aperturas que tienen estas
características, como la Catalana, que permiten a las blancas intentar apretar
hasta que no pare de brillar el sol. En estos casos, sería más difícil
encontrar el camino correcto para igualar la partida, pero como ya se había
establecido, aunque dure un millón de años en hallarlo, siempre existe una
manera de hacerlo. Eso es una de las características de la teoría de aperturas
del ajedrez.
IV. Manteniendo el «+=» temporáneo
En este sentido, el «+=» es temporáneo. En la
práctica, las blancas pueden conservar esa ligera ventaja hasta que no
encuentren las negras las líneas que igualen la partida. El que juegue, para
poner un por ejemplo, la Catalana y busque variantes en que las blancas gocen
de una evaluación de «+=», i.e. a eso de +0,20 a los +0,50 según la máquina que
utilice, a lo mejor conseguiría ese «+=» en la mayoría de sus partidas. Por lo
menos hasta que alguien no encuentre la solución de cómo igualar la posición
utilizando una de sus líneas de preparación casera.
Pero eso no sucede de forma permanente—a medida
que en cada una de esas líneas preparadas las negras encuentren una (o más)
variantes para igualar la partida, el blanco tendrá que buscar otra desviación
para evitar que las negras igualen la partida. Es decir, tendrán que analizar
otras jugadas en las líneas de su preparación casera. Eso pudiera implicar
saltar de una a otra línea con mucha frecuencia, dado que las negras siguen
encontrando una forma de igualar la partida en todas las variantes previas.
Si quien tenga las piezas blancas juega torneos
con mucha frecuencia, preparar aperturas de esta forma pudiera resultarle muy
angustioso. Si se participa en torneos con poca frecuencia, entonces en este
caso preparar aperturas de esta formas le resultaría más fácil.
V. La evolución hacia aperturas menos forzadas
Por este motivo, cuando se juega con blancas, se
suele escoger una apertura menos forzada para no caer en ninguna trampa ni
preparación casera del negro. Tiene sentido que, con el lanzamiento de las
supermáquinas como el Leela, los GMs de la superélite optan por
aperturas menos forzadas y clásicas cuando les toca jugar con blancas. No es
por ninguna casualidad que las aperturas como la Réti, la Inglesa se hacen más
populares. Y por no hablar de los aperturas que más bien son sistemas—el doble
fianchetto o jugar 1. g3 contra todo. ¿Pero sobre lo de cómo manejar un
repertorio de aperturas con blancas (o con negras) siendo un(a) ajedrecista que
no tenga tanto tiempo libre? Ése será para otro artículo y otro día.
VI. Resumen
En resumen, todas las mejores jugadas conducen a
tablas con un juego perfecto. Pero eso no importa en el ajedrez de día a día.
Los seres humanos no son máquinas. Todavía no, al menos por ahora.
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